El Espacio

La historia de la fabricadechocolate es la historia del encuentro entre Carla Giampaolo  (Milano1966. Actriz, pintora, titiritera, trapecista, escenográfa, coreógrafa, diseñadora, doctora en ciencias naturales) y Karlos Herrero (San Sebastian1964. Titiritero, director, escenográfo) y la unión de sus capacidades en un proyecto común.

En su camino sintieron la necesidad de hacer una “parada táctica” para reinventarse, redescubrir la forma de encontrar una alternativa y un espacio que permita el encuentro con un público cómplice.

No es fácil encontrar un sitio que brinde la posibilidad de trabajar libres de presión externa, que favorezca el encuentro físico entre artistas (sobre el encuentro virtual a través del teléfono o del ordenador  tienen serias dudas), sin horarios fijos, donde investigar y poder  atrapar formulas nuevas que escapen de un circuito obsoleto desde hace tiempo.
Tampoco es fácil quererlo de verdad (cuidado con los sueños…¡sobre todo cuando se realizan!), hay que trabajar mucho y sin parar, constantemente, todos los días y discurrir para regenerarse y no caer en la apatía creativa que se respira.
Porque la apatía es un claro producto de lo que el poder ha conseguido hacer con el arte, para intentar acallar el único medio  que el hombre tiene a su disposición para desarrollarse en el pensamiento, en las ideas y en las formas, o sea, evolucionar; porque la evolución no es sólo y únicamente un concepto genético-científico, es, ante todo, el fruto de un impulso creador.
Cansados de ir al teatro y escapar a los pocos minutos, de tener que pagar precios prohibitivos, a pesar de “conocer a alguien”, para poder acceder a los espacios de ensayo; en tiempos de fuertes desajustes, contrastes y grandes contradicciones, donde  el mercado, el ocio y el consumo dictan las pautas, los modos, las modas en el arte, marcando el tiempo de sus latidos, deciden ir a la búsqueda de un lugar de reflexión donde poder experimentar,  profundizar y dar lugar al acercamiento de otros  artistas que quieran compartir los mismos deseos, las mismas necesidades ;porque la crisis es sobre todo y ante todo de valores, la revolución empieza por un acto creativo individual y radical que sirve de testimonio.
Y este espacio tan deseado se ha ido modelando en el pensamiento hasta materializarse en una antigua fábrica de chocolate, junto al río, en Zaragoza.

 Gracias a un grupo de amigas queridas, que han creído en nuestra fuerza y determinación y a la confianza de las mujeres de la familia Zorraquino,  hemos podido conseguir este espacio que hemos transformado, con respeto, cariño y cientos de horas de trabajo físico (limpiar, desescombrar, romper, quitar, construir, pintar, reparar), en algo más que un mero lugar de ensayo, donde poder albergar ideas, propuestas y combinaciones.

Queremos simplemente crear y hacer algo que nos recuerde que somos poetas y lo único que nos interesa es EL ARTE aunque, como sabemos bien, no siempre se deja aferrar y se desliza entre los dedos, como un sueño o una visión.
La búsqueda  ha sido larga, sobre todo ha sido larga la decisión, el tiempo que hemos querido esperar antes de sentirnos preparados para una aventura tan incierta como esta, que es la misma aventura de la creación.